Tuesday 18 May 2010

PARA SIEMPRE

Hay cosas que ni el paso del tiempo cura, ni permite olvidar. Como lo que le sucedió al pequeño Daniel.
Ana entró en la habitación justo a tiempo de ver cómo Daniel caía sobre el colchón. Sus hijos saltaban aún sobre la otra cama. Ni siquiera se habían dado cuenta de nada. Carolina, parada junto al montón de juguetes, miraba hacia arriba.
Ni siquiera gritó, pensaba después. Nadie gritó entonces. Sólo cuando un par de gotas de sangre lograron resbalar, precisamente sobre su frente, la caja de los truenos se abrió.
-Estábamos en el salón, charlando, cuando escuché algo parecido a un gemido y por eso me acerqué hasta el dormitorio, creyendo que nuevamente tendría que mediar en otra pelea más-comentó Ana a su marido más tarde.
Marcela entró en el cuarto instantes después y se desmayó. La escena era totalmente absurda. Los niños gritaban, Carolina suplicaba que no se muriera su hermano y ella, con Daniel en brazos intentando mantenerle despierto, pateaba a Marcela tendida en el suelo intentando que volviera en sí.
Recordaría siempre la bofetada de pegajoso calor que les recibió al abrir la puerta, a los niños llorando y lo liviano que le pareció el pequeño.
Todo lo que sucedió después tampoco lo olvidaría…El vecino que los encontró en el aparcamiento, el guardia corriendo, los coches que pararon, la llegada al hospital, el médico, la espera, la llegada de los familiares, las lágrimas contenidas y la operación.
Daniel se subió a la litera de arriba para saltar y una de las aspas del ventilador metálico le había golpeado en la frente. El golpe traspasó el frágil hueso y llegó a la masa encefálica.
La imagen de su recién estrenada amiga, aferrada al féretro de su hijo durante el funeral, la perseguiría de por vida.

No comments:

Post a Comment