Saturday 8 May 2010

SALMA Y SAMI

Salma, envuelta en vaporosas telas, ríe y danza bajo la luz de la luna. Las cálidas dunas del desierto, cercanas al oasis del campamento que la vio crecer, esconden su secreto.
Adora tumbarse en la arena. Por instantes se pierde, contemplando extasiada la inmensidad del mundo. Se siente una ínfima partícula en completa compenetración con el paisaje que la rodea, mientras soñadora, observa las estrellas.

Escondido, Sami la observa embelesado. En algunas ocasiones le ha parecido que sucedía algo mágico, tal vez un sueño…la distancia que los separa parece desaparecer y cree sentir la tersura de la piel morena de Salma al roce de su mano. Dibuja distraído su cuerpo en la arena cuando en sus ratos de soledad ella se cuela en su mente. Su mente, ese lugar donde no importa el tiempo ni el espacio y él es libre para disfrutarla siempre que quiere.

Ella se cuenta a sí misma, que debió ser bruja en alguna de sus otras vidas, desde que sintió la necesidad de escapar bajo el influjo del deseo.

Él se cuenta a sí mismo, que debió ser ladrón en alguna de sus otras vidas, desde que la idea de secuestrarla y perderse en el desierto con ella le ronda la cabeza.

Sami jamás podría reconocer ante nadie que realmente se aman en silencio, cómplices, compartiendo sueños, cuando la luna adorna el cielo y sus cuerpos se convierten en uno.

Salma jamás podría reconocer ante nadie que realmente sus escapadas comenzaron poco después de que él llegara al oasis. Igual que tampoco reconocería jamás que la primera vez que se escapó se aseguró de que los ojos de Sami la siguieran

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