Thursday 27 May 2010

LA INMENSIDAD DE LA NADA.

Tres meses era el tiempo que hacía que Sofía se había quedado sola.
Apenas comenzaba a acostumbrarse al silencio de la casa cuando llegaba
de trabajar, al hecho de no poder hablar con él por teléfono, pasear o cenar juntos o a la certeza de saber que ya no volverían a verse.

Se había dedicado casi por completo a su trabajo en cuanto arregló los últimos papeleos necesarios y se decía a sí misma todos los días al despertar que tenía, como fuera, que continuar con su vida. Una vida que se le antojaba extraña sin él a su lado.

Eran apenas las siete de la mañana cuando sintió la necesidad de amar y ser amada. Podía sentir la calidez de su propia humedad. Sin duda estaba soñando, llevaba un rato medio despierta y quería que todo fuera real, que él estuviera de verdad allí, que las imágenes que inundaban su mente de ellos haciendo el amor al despertar no fueran tan solo recuerdos… de su sonrisa, retazos de sus bromas o de la manera que tenía de recorrer su cuerpo… del roce de su mano y el escalofrío que la hacía estremecer al recorrerla cuando sus dedos jugaban con su clítoris entre muchas otras.

Un recuerdo trajo otro, una sensación fue provocando otra y lentamente y con suavidad inició un diálogo que ella misma respondía y contestaba evocando uno de tantos que ellos habían mantenido en la intimidad, abrazados bajo el calor de las sábanas, disfrutando del frescor de la mañana que se colaba por la ventana.

Su mano era la de él y aunque fuera imposible, por un instante, volvieron a amarse. El dulce orgasmo que la sorprendió envolviéndola en un fuego abrasador, dejándola llena de deseo y a la vez relajada por primera vez en bastante tiempo, fue tan maravilloso como en los viejos tiempos.
Fue en ese momento cuando Sofía comenzó a llorar. Lloraba desconsolada por todo y por nada, lloraba desolada sin comprender la injusticia de la vida al dejarla viuda tan joven, lloraba por no creerse capaz de seguir adelante sin él y por mil cosas más.


Perdida en la inmensidad de la nada, envuelta en sensaciones y recuerdos, volvió a quedarse dormida mientras pensaba que, fuera como fuera, volvería a ser feliz.

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