Tuesday 18 May 2010

EL SECRETO

Se lo explicó con todo detalle. Les habló de aquella época y también de las guerras posteriores. Quería que se imaginaran que eran soldados, o quizás prisioneros, pero que sintieran lo que él había sentido mientras caminábamos por los túneles de los búnker que conectaban diferentes puntos estratégicos de Den Helder hasta llegar al fuerte. Napoleón, aquel señor francés que ellos conocían del colegio, lo había mandado construir sobre las dunas allá por el 1811. Prisioneros españoles, cerca de tres mil, y hombres holandeses lo habían construido bajo sus órdenes.

Buscábamos su tesoro. Eso les había prometido, que algún día se lo enseñaría. Era increíble que ellos recordaran aún aquella historia que les había contado medio en broma medio en serio un día desayunando. A mí me sorprendía el hecho de que él se situara sin problemas y narrase con tanta intensidad lo que él había experimentado siendo un niño. Pero sobre todo, debo confesar que lo que más me sorprendió fue descubrir que la historia era real.

Fui incapaz de salir de mi asombro cuando llegamos a un claro cercano a la playa y nos indicó que le ayudásemos a excavar junto a unos árboles. Pensé que era una broma pero, como en un sueño de niños, desenterró una pequeña caja de zapatos y en su interior pudimos descubrir insignias, trozos de telas de uniformes, viejas monedas, balas y hasta un puñal. Retazos abandonados de otras épocas. Creo que jamás olvidaré sus caritas, las miradas de admiración a su padre y su alegría, cuando juntos decidieron volver a enterrarlo y seguir manteniendo el secreto, ahora ya un secreto de familia.

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